
Ariane Baroli, instructora de meditación asiste una vez por semana una hora y comparte con los presos un estado de tranquilidad que les permite poco a poco y de manera sorprendente obtener avances espectaculares.
Este ejemplo te lo expongo para demostrarte algunos de las bondades de esta práctica y de lo bien que puede ser para ti. Claro, exige una constancia como toda actividad en vísperas de tener resultados, pero una vez obtenidos querrás continuar con este singular y especial ejercicio mental.
Actualmente gracias a la diversidad mediática, las facilidades de comunicación y el intercambio de culturas permiten adoptar actividades espirituales como alternativa para obtener otros beneficios que no te ofrece lo que acostumbras realizar.
La meditación la proviene de la cultura oriental e hindú, es una práctica antiquísima que ha perdurado y sigue realizándose. No existe secreto, ni complejidad, no tiene alianza con la brujería, ni alabanzas mundanas o cuestiones de sectas satánicas. La gracia de la meditación tiene que ver única y exclusivamente contigo mismo.
El cansancio y el estrés producen tristeza, impaciencia y frustración, e incluso pueden llegar afectar tu salud. Estás tan ocupado, que practicar otra actividad como la meditación no te da tiempo.
Sin embargo, con ésta en realidad ahorras tiempo, puesto que gracias a ella podrás centrarte y tener calma. Una simple meditación en la respiración te ayudará a superar el estrés y a encontrar paz y equilibrio mental.
También puede ayudarte a comprender tu mente. De este modo, aprenderás a transformar los estados mentales negativos en positivos, los alterados en apacibles y los insatisfechos en gozosos.
Superar las mentes negativas y cultivar pensamientos positivos es el propósito de las meditaciones que se enseñan en la tradición budista. Se puede realizar esta práctica espiritual durante todo el día, no sólo al practicar la meditación.
Analgésico para el estrés y otras enfermedades
De acuerdo al libro “Manual de Meditación”, de Gueshe Kelsag Gyatso, indica que la primera etapa de la meditación consiste en disipar las distracciones y lograr cierta claridad y lucidez mentales y esto puede lograrse con un ejercicio sencillo de respiración.
Primero eliges un lugar tranquilo para meditar y te sientas en la postura tradicional, con las piernas cruzadas una sobre la otra, o en cualquier otra posición que te resulte cómoda. Si lo prefieres, te puedes sentar en una silla. Lo más importante es mantener la espalda recta para evitar caer en un estado de somnolencia.
Mantienes los ojos entreabiertos y enfocas tu atención en la respiración. Respiras con naturalidad a través de los orificios nasales, sin pretender controlar este proceso, e intentas ser consciente de la sensación que produce el aire al entrar y salir por la nariz. Esta sensación es el objeto de meditación. Te concentras en él e intentas olvidar todo lo demás.
Al principio, descubrirás que tu mente está muy ocupada y es posible que pienses que la meditación la agita todavía más, pero, en realidad, lo que ocurre es que comienzas a darte cuenta del estado mental en que te encontramos normalmente. Además, tenderás a seguir los diferentes pensamientos que vayan surgiendo, pero deberás de intentar evitarlo y concentrarte en la sensación que se produce al respirar.
Si descubres que tu mente se distrae con pensamientos e ideas, has de volver de inmediato a la respiración. Repetimos este ejercicio tantas veces como sea necesario hasta que la mente se concentre en la respiración.
El tiempo recomendable son 15 minutos diarios de práctica, que una vez adquirido el hábito podrás prolongarlo más. La respiración permitirá oxigenar tu cerebro, brindarle estabilidad a tus pensamientos, quietud, disminución gradual del estrés y ansiedad.
Ahora sí, ya descubriste un auxiliar muy sano, espero saber de ti y de los resultados que obtuviste con esta práctica.
Que la magia sea parte de tí
Ira